
Sabes, no te he contado que ando haciendo últimamente. No ando por ahí, como un tonto, más que nada ando metido en mi casa, dejando que el sol me queme los brazos y las piernas y el cuerpo. Ando en mi piscina. No ando escribiendo mucho. Últimamente ando viendo películas de muertos vivientes, comenzando por las clásicas, pasando también por “La noche del cometa”, y terribles remakes y posibles versiones cinematográficas de los últimos años de “La noche de los muertos vivientes”, sus secuelas y resecuelas y etc. Ayer vi dos veces “Exterminio”, que en inglés se llama “28 days later...”, que es del mismo director de “Trainspoting”, y bueno, la película más o menos tiene el mismo corte que las películas de muertos. También vi este verano “El amanecer de los muertos” que es mala. Y antes vi “La tierra de los muertos” que es la secuela y es, también, terriblemente mala. También quiero ver “El libro de los muertos” y las películas de “La noche de los muertos vivientes” que todavía no he vuelto a ver desde que era niño y tengo unas ganas terribles de hacerlo. No sé por qué, este verano, me ha dado por estar más que nada solo, por no llamarte y por no querer saber más de ti. Tal vez es porque encuentro algo ridículo y gratificante en ver tantos muertos vivos que se tambalean por las calles y las plazas y los parques. A veces, cuando he terminado de ver alguna de éstas películas, tengo la extraña sensación de que en cualquier momento me va a atacar en mi cocina un muerto viviente con la boca llena de sangre, saltando por la ventana, y me va a intentar comer vivo o arrancarme los sesos, o me va a infectar vomitándome sangre en la cara con alguna especie de virus como en “28 days later...”. En fin, el caso es que la otra vez fui a la universidad a recoger mis notas, y la universidad estaba cerrada, pero había un montón de gente parada esperando en la puerta, y me dije: rayos, ellos también están muertos, han ido a la universidad por inercia. Qué miedo da la universidad, ahí solo hay muertos vivos. En un rato se me van a acercar agitando los brazos, diciendo: “sesos... sesos...”. Lo peor es que los muertos parecen siempre los mismos de una película a otra. Siempre hay un muerto que es una mujer desnuda, otro muerto con la cara negra y otro que apenas se puede mantener de pie. De las películas de muertos que recuerdo que vi cuando niño está la clásica “La noche de los muertos vivientes” de 1990, que es la versión moderna de la original filmada en 1968 de George A. Romero, que está filmada en blanco y negro, y es uno de los clásicos del cine gore. Recuerdo que una de éstas películas termina con la imagen congelada: un muerto abriendo la puerta de la azotea donde estás los últimos sobrevivientes y creo que es la misma en la que hacen explotar la ciudad con una bomba nuclear, no lo recuerdo. En el final de “La noche de los muertos vivientes” de 1990, tenemos a la protagonista que mira cómo los vivos resultan ser más sangrientos que los muertos, más devastadores, y esta película se ve a menudo como una crítica al racismo de los Estados Unidos. Así que si te preguntas un día qué ando haciendo, qué ando pensando, yo solo veo muertos vivientes caminando con letargo en las calles, en las plazas, en los parques. Si te preguntas por qué no te llamo, es porque ando viendo películas de muertos vivientes. Por favor, no te molestes conmigo ni hables mal de mí. Lo que escribo no se aproxima ni un poco a lo que realmente pienso.
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